Una noche entre vampiros.

La noche había empezado. La luna se mostraba joven y no del todo llena, iluminando con su magnifico halo las sombrías calles. El elegante muchacho atravesó un recoveco con forma de pasillo donde se había tropezado con vagabundos que intentaban frenarle; cuando se aproximaban enseguida se apartaban de él balbuceando en baja voz como si se tratara del mal en persona.
El eco de una música siniestra e interminable se escuchaba cada vez más. Había llegado a los pies de una inmensa puerta con carteles iluminativos que presentaban a la discoteca. Había una incontable cantidad de personas allí, fuera, haciendo uso de la droga. Dos porteros de al menos un metro noventa de altura y de musculatura gigantesca, posaban delante de la entrada con ambos brazos cruzados. En sus grandes cuellos yacía un tatuaje conocido por la unión de un clan vampírico.
Cada vez que la puerta se abría, se entonaba el escándalo del interior acompañado de una música aun más alta y perturbadora.

Música que se escucha dentro de la discoteca:
-

El muchacho esperó a la chica que le había seguido tal y como quería. Mientras tanto se acercó a un grupo de chicos y viceversa manteniendo una leve conversación; bajo tanto movimiento uno de ellos le pasó una bolsa transparente con hojas de cocaína que luego este escondió en su bolsillo. Después sacó un cigarro que escondía sobre su oreja derecha y lo encendió para luego dar una tranquila calada.

La joven muchacha de cabellos rojizos se adentro en aquella callejuela, alzo su mano derecha, levantando de ese modo sus dedos tirando del cordón negro de su cuello distraídamente, el sonido de sus botas hacían eco, aquellos vagabundos miraron a la chica con ojos incrédulos, por su aspecto aparente, demasiado joven pero con un atractivo visible y una apariencia de inocencia. Uno de ellos se alzo su voz al ver que retomaba los mismos pasos de aquel muchacho .
- Niña no seas insensata. Regresa a tú casa. En esa dirección te encontraras con esos demonios … -
El hombre balbuceo en sus ultimas palabras, recordando sus momentos anteriores. Ella detuvo sus pasos al tiempo que su cabeza giro hacia aquel hombre.
- Demonios … -
Su voz sonó en un murmuro, asintiendo aquellos dos vagabundos ante sus palabras … Cualquiera persona pensaría que eran un par de borrachos con sus alucinaciones, pero no iban desencaminados. En su rostro se dibujo una media sonrisa en sus labios sonrosados
- Son monstruos … Han acabado con la vida de muchos ... -
[i]La voz del otro hombre sonaba ronca estaba tratada por su elevada edad. Ella retomo sus pasos no haciendo caso de las advertencias de aquellos dos sujetos, sus voces se fueron disipando cambiando por un eco de una peculiar música siniestra entrecerró sus ojos dejándose guiar por aquel sonido atrayente … al llegar al final se encontró con una razonable cantidad de personas, un cartel luminoso en lo alto era el destaque con sus luces parpadeantes, en el que ponía “ Scorpia “ . Sus pasos seguían firmes avanzando entre los cuerpos moviéndose lentamente con rasgos felinos, sus verdosos ojos buscaban aquel desconocido. No quería llamar la atención ya que prefería que la tomaran por un insignificante humana y su apariencia lo había logrado con aquellos dos vagabundos. Su vista se detuvo en aquellos dos porteros y su increíble masa muscular con sus brazos tornados a la altura de su torso, fijándose en aquel tatuaje a un lado de su cuello, daban la impresión de dos enormes estatuas ante su posee, no movían ni un músculo definitivamente debían de ser vampiros … Ladeo su rostro pasando de largo hasta ver un pequeño grupo en un lateral en el cual se encontraba aquel desconocido dando una calada a uno de sus cigarros con un gesto pausado y tranquilo, se quedo en pie observándole en silencio …

Ella seguía tirando del cordón negro deslizándolo de un lado a otro suavemente con sus finos y largos dedos, sus verdosos ojos se posaron en aquellas vestimentas por unos segundos como si de algún modo estuviera analizándolo cada movimiento del sujeto, viendo como su mano se alzo por encima de su cabeza, su actitud era demasiado tranquila, para cualquier chica resultaría atrayente el misterio que representaba y le miraría de un modo estúpido hipnotizada como cualquier insignificante humano pero ese no era el caso de ella, le superaba en altura, mostró una diminuta sonrisa en sus labios al escuchar cual era su nombre .
– Mi nombre es Nymphe … - Su voz sonó en un ligero susurro, lo suficiente para que el lo oyera …

[Sin querer se me borró todo.]

Nymphe alzo uno de sus dedos enredándolo en uno de sus mechones caídos sobre su rostro, en sus labios sonrosados se tornaron una leve sonrisa, una mano blanquecina se poso sobre el hombro de Krueger, era claramente visible sobre la camisa negra de el, movió su pie izquierdo echando el peso de su cuerpo sobre su otra pierna, mientras su cabeza se iba moviendo con lentitud brevemente vio como trago saliva mostrando aquella sonrisa. Abrió sus labios lentamente
– Visitar …. – Su voz sonó con suavidad, quedando pensativa una fracción de segundo antes de percatarse en su gesto de su mano … siguió sus pasos atravesando el centro de la pista de baile, donde una mano desconocida se posó en sus posaderas, ella giro su cabeza brindando con una pequeña sonrisa, movió suavemente sus caderas de ese modo quitándosela, dejando acto seguido atrás aquella persona, iba en dirección de la puerta.
En su cabeza estaba la imagen de los labios de aquella fémina, haciéndose preguntas sobre el comportamiento de Krueger … Su mano se poso en la manilla, abriéndola y cerrándola tras pasar su silueta …

Krueger

Krueger habiendo atravesado el umbral describe un lúgubre pasillo iluminado con luces de eones rojas como la sangre. El estampado de aquellas paredes eran de colores oscuros y blanquecinos. De nuevo la figura de aquel extraño humano desapareció tras abrir otra puerta.

Otra sala más, más pequeña que la estancia de la discoteca donde se celebran las marchas. En ella el estampado es totalmente rojo, y la única combinación de colores son el negro y el ensangrentado. Era como una especie de zona vip, adornado y repleto de sillones encuerados, mesas con figuras tenebrosas, drogas y ceniceros, y lo más extraño de todo: personas que hacen uso de la lujuria, medio o completamente desnudos, uniendo labios sin importar quienes sean y besando cuellos hasta el dulce saboreo. Las chicas que son las más atrevidas ignoraban la presencia de Krueger, pero más de un muchacho no le quitaba el ojo de encima.



Krueger avanzó sin importarle una mierda lo que estos mirasen, andó siguiendo el camino de la alfombra roja hasta el nacimiento de unas escaleras que, subió hasta la separación de dos nuevos caminos a escoger para terminar de subir. Allí había un hombre con esmoquin, de blanquecino pelaje y arrugada tez. El mayordomo saludó y le indicó hacia donde tenía por obligación ir. Pero no avanzó más, en silencio se giró y observó desde su elevada posición si la vampiresa Nymphe venía con él.

En tan interesante situación Krueger abrió espaciosamente la boca, y mientras lo hacía se encaraba de nuevo al mayordomo con un gesto complacido y una picara y media sonrisa que se ocultaba bajo el túnel de sus labios. - Ahora mismo vamos. Se desvió hacia la izquierda con unos peculiares pasos hasta regresar a la cuesta de peldaños; mientras subía con una tranquilidad abismal dijo - Vamos Nymphe, estás a punto de ver la sexta maravilla.

Una vez arriba caminó hasta la barandilla que limitaba el paso e impedía una dolorosa caída hacia abajo. Se asomó y observó a los presentes.
... Era raro, Krueger enarcó una ceja al ver a un individuo en especial que antes no había visto cuando entró, es más, no le sonaba para nada y no era del mismo gremio vampírico. Su poder no era el de leer mentes precisamente, pero sabía que aquella cosa... - Tské. Lo ignoró por lo bajo y continuó a su derecha, por un gigantesco e interminable pasillo que acababa en oscuridad.

Dos, tres, cuatro puertas más allá, en la lejanía, la cornisa se teñía de surcos negros. El vampiro sostuvo el pomo, tiró hacia la derecha y, empujó hacia dentro la puerta. En la inmensidad de las noches, aquella sala era la más oscura. A medida que entraba una luz casi opaca iba creciendo, hasta que el filo de dos espadas, separadas por algo así de dos metros, se vieron deslumbradas. Dos curiosos personajes de complexiones delgadas, portaban con ambas manos en un puño una espada de hoja recta. En el medio, la distancia que hay entre ambos, yace una figura sentada con gesto totalmente aburrido.
¿Sería él el gran Vladimir Tepes?

Krueger avanzó con cautela pero con pasos seguros en la penumbra hasta una distancia no más de cuatro metros alejado de estos.

Krueger retrocedió un paso y se inclinó hincando la rodilla al suelo ante la diablesa de aquel ser. Postrado a sus pies y cabizbajo, confesó sus pescados, pues sabía que el gran señor de las tinieblas no duraría en matarle si no lo hacía así.

- Mi señor, yo y mis chicos hemos perdido al rehén. Estaba custodiado por dos de nuestros hombres, pero al parecer dos licántropos les atacaron. No puede estar muy lejos, señor. Y para recompensarle le he traído a esta joven y hermosa vampiresa. Tragó saliva y apretó dientes temiendo de lo que pueda después suceder.

¡Cómo osas revelarte ante tu rey! - exclamó alterando el tono hasta cierto nivel. Levantó la mano y con ella la espada y luego la tendió hacia delante de manera que la punta del arma apuntara desde su posición lejana a Nymphe. - Por última vez, póstrate ante mi o haré que lo hagas a la fuerza. Mientras que le advertía, una nube oscura y espesa se iba arremolinando a su entorno, creando una especie de rectángulo sin luz donde solo y en el interior, estaban él y la vampiresa.

Obtenebración:
- Nivel 3: puede crear una nube de oscuridad que impide la visibilidad aunque puedas ver en la oscuridad.