Presa fácil.

Fabritzia se encontraba frente a la catedral, sentada en un banco, observando las innumerables figuras y dibujos arquitectónicos que esta poseía. La gente paseaba a su alrededor, unos entraban a la catedral, otros se sacaban fotos fuera de ella o con ésta detrás…Otros, los más jóvenes, incluso hacía grafitis en los muros que habían al lado de esta. La muchacha suspiró con resignación y bajó su mirada al suelo, su larga melena rojiza le cubrió al instante el rostro. Escuchaba a la gente reir, hablar, los pálpitos de su corazón…A ella se lo habían arrebatado todo la noche en la que se casó hace ya mucho tiempo. Aunque había conseguido controlar sus impulsos hacía los humanos, controlarse y comportarse de nuevo como tal, antes hubiera preferido morir en aquel instante antes que ser convertida en aquello en lo que era. Muchas veces, había pensado en delatarse delante de la gente…pero, la sed de venganza que vivía en su interior tenía que ser saciada antes de morir. Juró que encontraría a aquel vampiro y que lo mataría que sus propias manos, pero hasta entonces tenía que comportarse cómo lo que era y alimentarse. Volvió a suspirar y levantó la mirada hacia el cielo. Estaba nublado como de costumbre. Le gustaban aquellos días pues podía salir sin preocupación alguna a pasear.

-Qué bonito día… - Murmuró la muchacha, con algo de ironía en sus palabras, volviendo a suspirar cansada de la rutina que sufría todos los días. Bajó de nuevo su mirada pero esta vez a la gente que tenía delante, en especial a un muchacho de no más de 19 años que salía en ese mismo momento de la catedral. Una media sonrisa, maliciosa, se formó en su rostro y no pudo evitar relamerse sus labios sonrosados.
-Rica presa...-

Se levantó rápidamente del banco encaminándose veloz hacia dónde el muchacho se encontraba, ahora parado frente a la puerta de la catedral. La muchacha sorteó a varias personas con agilidad cuidando de no toparse, ni incluso rozarse, con ninguna. Cuando llegó delante del muchacho alzó la cabeza hacía el cielo como “distraída” y topó “accidentalmente” con él.

-Oh, perdona, discúlpame de verdad.- Dijo el muchacho agarrando a Fabritzia por un brazo, para que no cayera al suelo, con verdadera preocupación por si le había hecho daño tras el incidente.
-No pasa nada..- Dijo ella con suavidad fijando su ojos, azules intensos, en el rostro del muchacho cual se quedó sin habla al ver la belleza extrema de la muchacha, que por suerte o por desgracia, se había topado con él.

-¿Te has hecho daño? Yo… lo siento mucho de verdad, tenía que… haber estado más pendiente. – Balbuceó él todavía anonadado por la belleza de la muchacha.
Fabritzia sonrió satisfecha para sus adentros, tornó el gesto en una mueca de falso dolor y se llevó su brazo izquierdo al derecho, el cual sujetaba el desconocido aún con una leve presión.
-Bueno…quizás un poco… pero no te preocupes..- Esbozó una leve sonrisa lastimera.
-No no no, lo siento mucho ¡de verdad! Yo…te lo recompensaré con una copa o lo que quieras. Aquí al lado de la catedral hay un bar para los turistas, te invito a algo vamos..- Casi la empujó en dirección al bar sin que ella tuviera la oportunidad de contestar. Ya tenía la cena aquella noche…

- Bang…Presa conseguida…- Pensó para sí misma, satisfecha.

Spoiler:

El anonadado muchacho llevó a Fabritzia por la plaza que había justo ante la catedral para, posteriormente, entrar en una de las mayores calles que circundaban estas y parar ante un pequeño bar, de aspecto irlandés por la decoración, y que poseía un característico letrero de Guiness en su entrada. El chico, aun bastante sobresaltado por la belleza de la muchacha, le dijo con cierta timidez:

-Este bar no es muy típico en esta ciudad pero es muy bueno para tomar unas copas, los que no son de aquí suelen venir, sobretodo los turistas...-dijo para invitarla a entrar a su interior abriéndole la puerta caballerosamente, algo muy poco común en los tiempos que corrían.

Una vez dentro el muchacho se pidió una guiness e invitó a su acompañante a la bebida que esta misma quisiera, tan solo debía pedirla y esta llegaría a la mesa en la que ambos se habían sentado. Una mesa un tanto separada del resto, en una esquina, al amparo de las sombras y con unos asientos bastante cómodos pues poseían unos confortables almohadones.

Un famoso grupo que tocaba música punk con aires irlandeses sonaba en el local dando un ambiente bastante propicio para tomarse alguna que otra cerveza.

Spoiler:

Para no dejar que el ambiente se "enfriara" el chico tomó la palabra diciendo:

-Bueno...¿Cual es tú nombre? Yo me llamo Alexander.

El ambiente del lugar era bastante oscuro, lleno de objetos de decoración irlandesa o gótica y había montones de mesas pegadas a las paredes con asientos con cómodos almohadones, la cerveza corría a mares y aunque había mucha concurrencia en general no había mucho ruido, la música de ambiente no estaba muy alta por lo que se podía hablar con normalidad y las camareras iban y venían constantemente sirviendo mucha cerveza.

Fabritzia frunció el entrecejo al ver el cartelito del bar y escuchar la explicación del muchacho sobre éste. Ladeó la cabeza para mirarlo con interés y en sus labios sonrosados se formó una leve sonrisa.
- Gracias..- Dijo Fabritzia cuando la invitó a entrar. Nada más entrar escuchó la música que provenía de aquel grupo , la verdad es que no los conocía así que le fue algo indiferente. No tenía preferencia para la música.. Cuando el muchacho pidió su copa ella la pidió igual, de todas formas no podría beberla por ser como era. Apartó un mechon pelirrojo con delicadeza tras la oreja y se dedicó a mirar con interés el decorado de aquel bar, esperando por la copa, el cual le llamó la atención por aquella decoración gótica que tenía.
Cuando escuchó la pregunta del muchacho ladeó despacio, de nuevo, la cabeza fijando sus ojos en él.
- Mi nombre es Fabritzia. Encantada. - Deslizó su mano derecha hacia él, para presentarse como era debido, mientras esbozaba una leve sonrisa de falsa dulzura.
- Y dime...Alexander..¿Eres de esta ciudad? o ¿vienes cómo turista?. - La verdad es que no tenía el menor interés por saber de dónde era, la comida era comida..no importa de dónde provenía.

Ambos, chico y chica, estaban sentados en una apartada mesa del local y aunque no estaban ocultos de las miradas de los desconocidos del lugar tampoco estaban a plena vista de estos. Sin duda era un lugar "privado" donde se podía entablar una conversación tranquila sin que nadie molestara y desde el cual se podía disfrutar de una buena música ambiental, si te gusta la música con aires irlandeses claro.

La cerveza de Alexander llegó a la mesa rápidamente, Anna por el momento no había pedido nada, pero si había respondido a las palabras de su guía a las que este respondió diciendo:

-Digamos que soy ambas cosas... Por un lado nací en Moscú y por otro me dedico a guiar a los turistas por la ciudad, y con eso me gano la vida.

Tras esto se calló y comenzó a escuchar algo de música, dejando que la chica comenzara una conversación si quería y sino acabaría diciendo:

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-Bueno... ¿Y a ti que es lo que te trae a esta ciudad? Por que por tu acento no pareces de aquí.

-Así que guía turístico, interesante. – Fabritzia era de estas personas que no se cortaban ni un pelo en mostrar cierto desinterés cuando el tema le aburría o realmente no le importaba lo más mínimo pero intentó mostrar aunque sea un ápice de interés. Cruzó sus piernas bajo la mesa, intentando no tropezar con las de Alexander, para estar más cómoda, e hizo igual con sus brazos los cual apoyó sobre la mesa. Prestó atención a las burbujitas que tenía la cerveza que había llegado un instante antes.
- Es obvio que no. – Empezó a contestar la pregunta que le había hecho Alexander al formarse un silencio algo incómodo, sin apartar la vista en la cerveza. Su voz sonaba algo melancólica al recordar de dónde provenía. – Nací en Sicilia y estuve viviendo durante “muchos años” en aquella isla de Italia. – Dijo, remarcando aquellas dos palabras. – Vine a Rusia por motivo de trabajo y bueno..en realidad porque también estaba buscando a alguien.. – Sus ojos brillaron un instante de rabia al recordar lo sucedido, mas casi fue visible. Al instante formó una media sonrisa alzando su cabeza hacía Alexander.
- Y dime…¿Te pagan bien trabajando de guía? Tiene que ser algo monótono visitar siempre los mismos lugar y repetir las mismas cosas siempre, ¿verdad? – Su sonrisa se amplió aún más al formular la pregunta. No quería que Alexander preguntara por su pasado, así pues cambió el tema.

Sin duda Fabritzia parecía algo aburrida con aquella conversación, así que Alenxander intentó darle un poco de interés al asunto continuando con el tema de conversación que esta mismo comenzó diciendo:

-Bueno... No me pagan bien pero es lo que hay, es eso o morirse de hambre... También hago otros trabajos que aunque no están muy remunerados si están mejor compensados.... Podríamos decir que no soy solo guía turístico sino también buscador, conozco esta ciudad como la palma de mi mano y se quien va y viene por cada lugar así que suelen contratarme para hacer uso de mis extensos conocimientos- Sin duda había dejado caer algo importante, el era un maestro a la hora de moverse por la ciudad y ser guía tan solo le servía para mantener un oficio que fuera una especie de "tapadera" pero tampoco había relevado demasiado pues todavía no tenía la suficiente "confianza": Si la chica estaba interesada seguiría con el asunto pero hasta entonces y con algo de desdén continuo diciendo:

-Y... ¿A qué te dedicas tu?

Aunque al principio no le importaba en lo más absoluto dónde trabajaba el muchacho, Fabritzia no dudo ni un instante en interesarse por aquella información que le había proporcionado. Alzó una ceja, algo confusa.
-¿Buscador? ¿Qué es lo que buscas? – Una chispa en los ojos la delató, quizás aquel chico más que alimento le podría valer para buscar a la persona que la convirtió en lo que era. Descruzó las piernas y se puso algo tensa. Nada más pensar que aquel chico podría encontrar al vampiro que la convirtió sus instintos se disparaban, más intentó controlarse. Apretó los puños con fuerza, intentando calmarse.
-Dime…¿Buscas personas? – Fabritzia fue directa al grano. No le gustaba andarse con rodeos y menos cuando podría poner fin a aquella vida después de tanto tiempo.

El muchacho mostró una amplia respuesta ante aquella pregunta, los motivos solo él los sabría pero con gran satisfacción tomó otro trago de su bebida para continuar con la conversación respondiendo a las preguntas de la hermosa joven:

-No me gusta mezclar el placer con el trabajo pero podríamos decir que sí, conozco todo y a todos, se quien se mueve y por donde se mueve... Conozco todos los ambientes que hay en esta ciudad, todos los grupos, y no solo puedo encontrar a una persona. También puedo encontrar cosas... Por un módico precio claro esta.

Nada era gratis en este mundo, las acciones benignas o altruistas hechas con desinterés eran escasas y en una región tan alejada de la mano de Dios como aquella no habría muchos santos que trabajaran gratis.

La muchacha se echó hacia atrás apoyando su espalda contra el respaldo de la silla, al escuchar la respuesta de Alexander. Quedó pensativa unos instantes mirando al chico, sus manos habían adoptado una posición relajada. Hacía poco que se había instalado en aquella ciudad y el dinero no es que le sobrara.

- Quizás...me podrías ayudar a encontrar a una persona.. - Comenzó con lentitud. - Dime una cosa...¿Cómo puedes conocer a toda la gente de esta ciudad tan grande? -Preguntó arqueando una ceja intrigada. Quizás se equivocaba más quería estar segura.. Esperó pacientemente que Alexander contestara. Sus piernas volvieron a cruzarse para obtener una posición más cómoda. Su mano derecha se deslizó hacia un mechón rebelde que se había escapado de los demás, volviendo a colocarlo en su sitio con suavidad y una leve sonrisa se formó en sus labios.

El muchacho sonrió al escuchar las palabras de Anna, sin duda pensó que menospreciaba sus facultades, pero el negocio era el negocio y ahí podía haber una buena fuente de ingresos así que con amabilidad respondió:

-Digamos que tengo unos contactos muy... persuasivos y amplios...También dicen que el mundo es un pañuelo y créeme, no hay nada ni nadie que escape a mis ojos en esta ciudad. Por un módico precio puedo reunirte con tu mejor amigo o con tu peor enemigo...

Y tras decir esto se inclinó hacia atrás dejándose caer sobre las patas traseras de su silla de madera mientras tomaba otro trago de cerveza a la espera de la respuesta de la muchacha.

Fabritzia sonrió ampliamente.
- No tengo dinero - Contestó como si nada. - De todas formas no tengo la certeza de lo que dices sea cierto. ¿Encontrar a una persona en concreto en una ciudad tan grande? ¿Por contactos? Sería una locura pagar a un desconocido sin tener pruebas de que lo dice es cierto. - Frunció el ceño, pensativa. - Cuando vea que lo que dices es cierto, quizás podría conseguir el dinero.. - La muchacha volvió a inclinarse hacia adelante. Sus manos se entrelazaron la una con la otra y se apoyó en estas. No pudo evitar no volver a sonreir, un ápice de picardía asomó de sus labios divertidos. - Aunque no todo en esta vida es dinero muchacho, creeme..

Aquel chico no pareció decepcionado por que su "invitada" dijera aquellas palabras, tan solo respondió a esta diciendo:

-No todo es dinero, eso es cierto... Pero es una parte importante y fundamental de nuestras vidas- tras decir esto terminó su bebida y se levantó diciendo- Bueno... ¿Me acompañas? Voy a ir a la discoteca donde trabaja uno de mis jefes, si quieres pasarte para pasar un buen rato y hablar un poco más de negocios... Aunque no me gusta mezclar esas dos cosas.

Ya había pagado al pedir su bebida y se había levantado para marcharse de aquel lugar pero tan solo esperaba a que su acompañante decidiera que hacer... Si seguir pasando el rato con él o dejar pasar al "olvido" aquel casual e incierto encuentro.

La muchacha se levantó también del asiento con lentitud colocándose bien su abrigo de piel, mientras escuchaba con atención la petición del muchacho. Deslizó su mano diestra hacia un mechón pelirrojo que se había escapado de los demás, mas en vez de colocarlo en su lugar jugueteó con el entre sus finos dedos. - Te acompaño...siempre viene bien conocer nuevos sitios y..saber un poco más de ti. - Sonrió mientras pasaba por al lado de Alexander en dirección a la puerta. Sus pasos eran firmes, alegantes, sus caderas se contoneaban a cada paso que daba con suavidad. Caminaba con la cabeza alta y decidida. No quería que aquel encuentro fuera una casualidad. Necesitaba a Alexander y quizás podía conseguir que hiciera su trabajo sin pagar ningún precio. Los presentes de aquel bar la miraron al pasar a su lado con curiosidad. Solo cuando llegó a la puerta paró a girarse para ver si Alexander la seguía.

En un primer momento Alexander se quedó parado y embelesado por la belleza de aquella hermosa joven que era capaz de cautivar a los hombres que deseara con una simple mirada... Sus gráciles y femeninos movimientos embobaban a cualquiera que los observara pero, como todo, el "hechizo" se rompió y Alexander volvió a la realidad para seguir a la chica hasta la salida para decirle amablemente:

-Te llevaré hasta la discoteca, no está muy lejos, sígueme.

Comenzó a caminar entonces, hablaba por el camino para entretener a la muchacha y ganarse su "aprecio" o "simpatía" aunque quizás para ella eso solo fuera una molestia. Hablaba de la ciudad, de las cosas que se podían hacer para pasar el rato y de donde estaba toda la "marcha"...

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