Visitando a los ancestros caídos

La noche relucía su negro característico y sorprendía con su magnífica luna llena que opacaba a las pocas estrellas que se podían ver en el cielo. Un fuerte viento soplaba en el silencioso cementerio haciendo que dejara de ser tan silencioso para pasar a ser un concierto de hojas y ramas moviéndose. Nada, además de aquellas plantas y algún que otro animal se movía por ese silencioso y lúgubre lugar. En la entrada podía verse a un guardia semi dormido que estaba "vigilando", asegurándose de que nadie causara ningún disturbio ni que jóvenes graciosos, en un típico intento por mostrar su rebeldía, causaran problemas innecesarios y sin sentido. En aquella noche de fuerte viento y hermosa luna, tan solo un muchacho de 25 años se encontraba caminando en dirección al cementerio. Nadie por las calles, ningún auto, ni animal ni nada. Todo era silencio y oscuridad. Debían ser aproximádamente las 3 de la mañana y toda la ciudad debía estar sumida en un profundo sueño.

Edward caminaba tranquilamente por las oscuras calles sin miedo a nada. No le importaba si algún delincuete intentaba asaltarlo o si una banda de ellos lo hacía. Se sentía protegido por su misma naturaleza que le aseguraba una victoria segura contra cualquier mortal, contra cualquiera de esos humanos que en esos momentos dormían placidamente en sus camas. Nadie allí lo conocía y el no conocía a nadie. Estaba completamente solo, unicamente llevaba consigo la ropa puesta, algo de dinero, una pistola y un arma blanca, eso era todo. No hacía mucho había llegado a ese país y, más específicamente, a esa ciudad. Y fue a esa ciudad y no otra a donde quiso ir en primer lugar porque en ella había algo muy importante para él, o que al menos, había sido importante en su momento. Los restos de su padres, caídos en la pelea de hacía 20 años se encontraban enterrados allí, en el cementerio hacia el cual el joven se dirigía en esos momentos.

Al llegar a las puertas de tan lúgubre zona, el guardia se quedó mirándolo con suma desconfianza. Le pidió le mostrara un documento y luego que firmara en una pequeña libreta para dejar asentado que había ido hasta allí. Es para evitar problemas - Fue todo lo que contestó ante la pregunta del Edward. Y, a pesar de lo extraño que le había parecido el trato que recibió en la entrada, no le dio mayor importancia. En el peor de los casos se transformaría en lobo y escaparía saltando por encima de alguna de las paredes que no eran demasiado altas. Aún así, decidió proseguir con la visita a la tumba de sus padres. Reconocía en las tumbas la marca familiar, la marca que él llevaba en su abrigo. En ellas no había un nombre, una fecha, un escrito, nada. Solo una blanca piedra en el suelo con un símbolo extraño en el medio y nada más. Una vez frente a ellas simplemente puso una rodilla en tierra, colocándose exactamente entre ambas tumbas y apoyando una mano en cada una de ellas. El silencio fue roto por la voz del joven que comenzó a decir unas palabras en una lengua que seguramente nadie conocería (Alemán).

Pocos minutos estuvo en esa posición Edward antes de levantarse, tampoco mostró en su rostro ninguna sensación. Simplemente se levantó, se dio media vuelta y enfiló hacia la salida. Saludó con la cabeza al cuidador del lugar y procedió a retirarse, era hora de empezar a buscar algo que hacer en esa ciudad.