Seguía aquel rastro que había encontrado tras llegar a una cueva recién abandonada, los rastros eran un poco confusos ya que la nieve los había cubierto casi por completo más las marcas en los arboles y los pequeños hilos de sangre congelada eran lo único que le indicaba hacia donde dirigirse.
-Maldición el rastro comienza a desaparecer...- Dijo para si mismo al ver como las corrientes de aire junto con la nueve borraban hasta sus propias huellas haciéndole casi imposible regresar siquiera a la cueva de donde había partido.