El comienzo; Reunión Skôll.

Un inmenso nubarrón entorpecía la luz de una luna fría en el horizonte. La temperatura había descendido en gracia, y la exhalación de aire al respirar se evaporizaba soltando pequeñas pero visibles volutas de humo.
Como en todas las noches, Laurent, el joven y crucial licántropo, decidido marchó de la cabaña donde habita para ir en reunión de su manada.

Cuando llegó les observó desde las vivas sombras de un árbol. Estaban cobijados por una flamante hoguera que se situaba justo en el centro, formando un círculo. Charlaban y reían, no parecían para nada estar formando alguna emboscada ni ningún tipo de plan malévolo en contra de los vampiros; algo que era muy común todas las noches.

Ya habían pasado unos minutos, Laurent convencido de su tardanza avanzó hacia ellos con paso firmen, hasta que una voz le detuvo - Siempre llegando tarde - era una melodía que ya conocía desde su niñez. Detenido el joven protagonista se rozó el mentón con la mano derecha mientras añadía - Lo siento, no me encontraba bien. -- No me parece una escusa razonable, nunca cambiarás - le contestó el individuo. Hubieron unos segundos de presión mientras se le acercaba por la espalda:

- Me decepcionas a mi, y al jefe.
- Intento cambiar de parecer.
- No lo parece, desde que nos fallaste en tu última misión.
- No fue culpa mía.

El aliento de aquel personaje misterioso ya le acariciaba la nuca, con un último suspiro sintió como una mano se posaba sobre su hombro y luego lo apretujaba - No te tomes en serio lo que te diga - le murmuró al oído. Laurent se viró y con una sonrisa aplicada en el rostro de oreja a oreja le dijo - Nunca te tomo en serio, hermano, eres como un grano en el culo - y el individuo al cabo de los segundos se hartó a reír diciéndole - Bienvenido perrazo, esta noche la liaremos parda - luego le abrazó dándole dos palmadas en la espalda.

- He, mariquitas, ya podéis estar viniendo o devoraré vuestras extrañas - gritó el jefe desde la hoguera. Ambos se miraron y rieron de nuevo para luego reunirse con los demás.

Hubieron largas palabrerías e infinitas ideas, todo eso después de haber cenado carne fresca frente a la hoguera. Laurent comprendió entonces al que trataba como hermano cuando le dijo que la liarían parda esta misma noche. Una horda de vampiros cruzaría las fronteras del bosque. Debían de aniquilarlos. El jefe que de por sí era una persona realmente seria y de físico grande y corpulento, hizo una pausa muy discreta en el plan para dejar claro la importancia de la victoria. Cid, así se llamaba el joven que se crió con Laurent desde su infancia lobuna, comentó con sarcasmo que quien matase más vampiros obtendría la mayor de las recompensas, doble ración de comida durante una semana entera. Todos rieron ante el comentario.

Preparados. Se despidieron todos para reunirse después como lo habían planeado. El comienzo de una historia y el final de otra.

Las nubes ya caían en forma de cascada, y una densa neblina se había adueñado de la espesura. La cercanía de un carruaje y los pasos de más de una docena de vampiros se escuchaban en un fondo sombrío y tenebroso. Se acercaban con gestos despreocupados, al menos hasta que uno de ellos hizo que pararan la marcha imperial y se inclinara hasta que su rodilla rozara las húmedas tierras del bosque; trazó una línea diagonal en el pavimento con el dedo y luego lo olisqueó - Huele a perro mojado, hemos de andar con cautela - dijo después con una voz ronca.

Los licántropos se miraron, al menos los que estaban en grupos y escondidos en las sombras. Algo no iba bien, ya debería de haber aparecido Laurent en acción - No podemos esperar más - cosquilleó el jefe de la manada, levantó la mano por encima de su cabeza y con el dedo índice pegado al más alto, indicó la señal - adelante.

Mira lo que he encontrado - las piernas de los licántropos flaquearon escasos segundos para detenerse, todos miraron como aquel vampiro había roto el silencio y había aparecido de la nada con un rehén amordazado y atado cabizbaja - bien hecho rastreador, eso quiere decir que hay más como él por estos lares, observándonos - dijo otro vampiro mostrando sus feroces colmillos.

- ¿Laurent? ¡maldita seas! - maldijo Cid. El jefe de la mañana le observó y con un simple gesto lo acalló - no hagas nada innecesario ¿me escuchas?

El rastreador que sosteniendo por la cabellera a Laurent lo mantenía casi de rodillas, lo arrastró hasta el vampiro que no hacía ni diez minutos había olisqueado la tierra que pisaba - deja ver que tenemos aquí... vaya, vaya - desenvainó una mediana daga y la palpó sobre su mentón para obligarle a levantar la testa. Le observó con inquietud - no es más que un niño ¿a esto hemos llegado? ¿a enfrentarnos con novatos? - repugnado escupió a un lado, levantó la espada y dijo por última vez - no merece vivir, reúnete con el resto - y dirigió su arma contra su cuello para acabarlo.

Una figura alta y oscura arrebató sobre el vampiro que a escasos centímetros estaba por eliminar a Laurent. Ambos cuerpos cayeron contra un charco borboteante y haciendo una rueda de velocidad se golpearon hasta que el enemigo natural de los licántropos salió despedido contra un árbol. Hubo un inquietante silencio durante unos segundos.
- ¡Cid, pero qué has hecho! - maldijo el jefe de la manada. Después los rugidos de las fieras salieron de entre la espesura y se enfrentaron en una ensangrentada batalla contra los vampiros.

Pasaron los minutos. Lo vampiros les superaban en número. Laurent había recuperado el conocimiento y la textura de lo que le rodeaba. El rastreador no fue más que una mera imagen de lo que era antes, ahora solo se hallaba a los pies del hombre lobo su cabeza desfigurada. Cid estaba a más de ocho metros, no mucho más mejor que el vampiro contra el que se enfrentaba. Eran dos contra él, mientras que el resto de la manada no estaba, de igual manera que tampoco lo estaban los demás vampiros. Laurent corrió en su ayuda, saltó sobre uno y le enterró los colmillos sobre el cuello; lo atrajo con tanta fuerza que le despedazó la yugular. Cuando se viró hacia el otro, Cid ya yacía casi muerto en el suelo. No dudó en acabar también con la vida del otro vampiro.

- Cid aguanta hermano ¿dónde están los demás?
- Fueron tras los vampiros... - el rostro de Cid ya humano se empalizaba en la palidez y en la cercanía de la muerte.
- Maldita sean, y todo es por mi culpa.
- No te culpes a ti, solo véngame - dijo con un tono ya apagado mientras sus párpados caian pesadas sobre sus pupilas.
- No digas eso, no morirás ¿me oyes? -
Ya era tarde, no hubieron más respuestas.

Laurent fue tras las huellas y el olor de los vampiros, pero, ya era demasiado tarde. Los vampiros habían obtenido victoria, y en el camino solo se hallaban perros mojados e inertes. Desconcertado huyó, lejos de todo aquello...

La noche estaba en toda su plenitud, justo en su ecuador, y la luna se alzaba mostrando toda su plenitud en la fase de la luna llena, una fase que causaba sentimientos adversos en todo hijo de Selene.

La oscuridad reinaba en el bosque, la luz de la luna apenas podía atravesar las densas copas de aquellos arboles que se encontraban en los limes del territorio natural, y el silencio resultaba perturbador pues nada bueno parecía preceder.

Observando a la luna, en mitad de un pequeño claro, se encontraba Kuznetov. Un hombre de elevada estatura, formada corpulencia y oscuro porte que cubierto tras un pañuelo y una gabardina negra parecía querer encontrar los ocultos secretos que la diosa de la plata escondía tras de sí.

Por un lado este hombre sentía un deseo inexplicable de ir unirse con Selene, sentía la necesidad de encontrarla y de tocarla pero al mismo tiempo ese deseo le causaba un gran pesar porque sabía que nunca sería capaz de cumplir ese impulso tan básico y primario que los de su sendero poseían. Estaba atado a la luna y la amaba y odiaba por igual por ello.

Continuo caminando hasta salir de aquel claro y se internó aun más en los bosques, no parecía tener un destino pero el tenía bien claro hacia donde iba y que era lo que quería por lo que la imagen que diera de sí no le importaba, se centraba en ir en busca de un refugio para los suyos en la naturaleza y sabía donde podría encontrar alguno.

Posiblemente le seguirían alguno de los miembros de su manada, tampoco podía saberlo porque los había dejado muy atras (en aquel bar), pero tampoco iría tan rapido ni cuidaría sus huellas para que no pudieran seguirle y alcanzarle. Los vampiros no solían entrar tan profundamente en los bosques y los licántropos o lo animales de la selva no le preocupaban.

Simplemente caminaba, sentía el frío en su rostro y se sentía vivo por ello, solo con sus pensamientos y relajado por ello. El vodka que aun tenía en sangre le ayudaba a mantener el calor corporal, tan solo se escuchaban las pesadas pisadas que dejaba a su paso por la nieve y el viento hacía levantar levemente los bajos de su gabardina dandole un aspecto de misterio muy perturbador.

No tenía, pues, ninguna prisa...

Después de largas horas siguiendo el rastro de Krom, borrandolo y creando uno nuevo menos llamativo, lo avistó unos metros mas apra adelante, dió su ultima carrera y cuando estuvo al lado le dió unos cuantos gruñidos apra que se parara. Una vez hecho estos gruñidos se transformo en hombre detras de un arbusto y se vistió, cuando salió de estos se dirigió a su compañero y le dijo:

Espera krom, tengo el lugar que andas buscando, estuve allí durante meses y es el lugar idoneo... Pero tienes que seguirme y hacer lo que yo te diga porque entonces tendremos problemas, es mejor no confiarse... ¿Que me dices?

Un llamativo lobo blanco paseaba con cuidado por aquel bosque, la luna cuidaba su figura; tropezando con alguna que otra rama que se interponía en el camino, el bosque estaba en silencio...y eso no le gustaba. A lo lejos escuchaba el hablar de dos personajes, por su olor; Licántropos.

Se acerco a ellos con sutileza aun en su forma de lobo y un gemido escapo de su boca. Seguramente si lo pillaban lo matarían, el no era poderoso; olfateo su pata y noto el hilo de sangre que corría por sus yemas, acerco su pata a la boca y mordió lo que podía ser un pincho, extrayendo lo de la misma con un rápido tirón hacia afuera. Si no fuera por que los Licántropos se regeneraban rápido hubiera sufrido bastante debido a la profundidad del agujero.

Se acerco hacia la figura que mas poder emanaba y se tumbo como símbolo de paz y sumisión.

El licántropo recorrió la espesura del lúgubre bosque en su forma humana, huyendo de los vampiros que con vida pudiesen quedar. Atravesó un doquier de hojas y arbustos totalmente desconcertado, hasta que una rama oculta entre los hierbajos y la húmeda tierra, provocara su caída. Cayó, y como una pelota rodó por sorpresa cuesta abajo. Cayó varios metros por la cuneta, y luego se desplomó contra un tronco derrumbado. La sangre bañaba su rostro por completo, y poco antes de quedar inconsciente, logró verse su hombro derecho; el mástil del tronco que sobresalía de forma fantasmagórica yacía atravesándole la paleta dorsal y saliendo por su pecho. Levantó la cabeza e intentó un grito de dolor que después se ahogo en un sueño temporal.

El frío que había en el lugar era inhumano, facilmente podría llegar a los 20 grados bajo cero y no era una temperatura extraña para aquel lugar, y la única forma de permanecer con vida era moviendose, moviendose mientras observaba a su "amada y odiada" Selene en el caso de Krom.

La oscura figura escuchó de repente los gritos de Carlos, el cual llegaba corriendo hasta él, mientras lo instaba a que parara mediante gruñidos. Este no hizo nada más salvo parar y girarse con suavidad para encararse hacia el recien llegado mientras pensaba para sí:

-Bien, ha sabido seguirme y borrar un rastro simple, va mejorando.

En unos rápidos instantes el lobo blanco Carlos se mostró como un humano ante él mediante un gracial salto y le invitaba a seguirlo hacia un escondite que, al parecer, solo él conocía. La comunicación era importante para Krom así que le respondio diciendole sus planes:

-Quería que me siguieras para ver si eras capaz de encontrarme, veo que así es, pero mi auténtica intención era guiaros a ti y a Scandar hasta una vieja mina oculta en las montañas. Es el lugar perfecto para una pequeña manada de jóvenes licántropos- sentencio el joven lobo mientras ponía sus sentidos alerta por si hubiera alguien más en el lugar y se extrañó al comprobar que así era.

Entre las sombras, oculto bajo el amparo de la noche, se escondía un lobo blanco que con total sumisión se acercó lentamente hacía el mismo Krom mientras, en el camino, se quitaba una gran espina que le había causado un gran dolor. La cabeza del lobo estaba gacha y lanzaba algún gemido como muestra de sumisión para quedar, cuando estubo ante el Joven Lobo, tumbado y expectante entre la blanquecina nieve.

-¿Otro lobo blanco?-Pensaba para si Krom, no podía ser casualidad que en menos de una noche hubiera conocido a tres lobos de un pelaje tan blanco como el suyo y algo en su interior, mero instinto, le decía que ese lobo no era normal... Sino uno de los suyos.

-Si comprendes mis palabras, sientate, y cambia de forma para que podamos hablar- dijo para sentenciar si era o no un licántropo, si lo era se transformaría y hablarían con él y sino pues sería un lobo y ya vería lo que haría con él. Pero era cuidadoso y desconfiado por naturaleza así que, con sutileza, se llevo su mano siniestra al interior de su gabardina, donde guardaba un sable cosaco.

Fue entonces, sin que él lo notara, cuando aparecio una nueva figura que cayó de entre los arbustos del lugar, por una pendiente para ser más exactos, con un tronco clavado en su brazo causandole una herida que no tenía muy buena pinta.

Observó con inusitada frialdad a aquel humano que facilmente podría ser otro licántropo, no tenía los sentidos muy agudizados pero su sangre no parecía oler a la humana, pero era solo una suposición, no podía saberlo con seguridad...

-¿Es que no va a parar de llegar gente? ¿Qué probabilidades había de encontrar a tantos lobos y hombres en un bosque a estas horas de la noche?- pensaba para sí el Joven Lobo, algo asqueado de tanta visita.

Se acerco al nuevo recien llegado y manteniendo su mano siniestra en el interior de su gabardina posó su mano diestra sobre la herida para tomar algo de sangre entre sus dedos y bajando con su hombro diestro el pañuelo que cubría su rostro se llevó a sus labios esa sangre para sentenciar:

-Es un licántropo- No dijo nada, no hacía falta, aquella sangre solo podía ser licántropa, el nuevo estaba inconsciente y lo necesitaban, el honor y el sentido de hermandad con su raza le instaban a ayudarlo aunque no sabía que había pasado.

-Ya nos dirá que pasó cuando despierte- pensó finalmente para si mientras meditaba que necesitaría cuidados médicos pues en aquella forma la regeneración no era muy eficiente... Necisitaban llegar a las minas para ponerlo a salvo porque el causante de aquellas heridas podría estar cerca.

Cuando Krom dijo que fue capaz de seguirlo por dentro de rió ya que estaba especializado en la caza y el seguimiento y, como es logico, sabia seguir rastros, borrar los suyos y crear uno menos evidente para los demas miembros de la manada. Por lo que dijo:

-Hombre, Krom, como puedes dudar de mis capacidades de seguimiento si, además de que pertenezco a la noble raza de los Sköll, he pertenecido durante años a la mayor liga de espías rusos en el puesto mas prestigioso jajajajaja Por cierto creo que el pueblo del que hablamos es el mismo, esta n los Urales y se llama Vorkuta, es idoneo, y creo que es el mismo del que hablamos porque tambien es una ciudad minera...

Cuando termino llego un lobo blanco que Carlos creia que era Scandar aunque no sabia ya que no lo habia observado bien en su estado lobuno, asi que prefirió callar...

Unos instantes después salió de detras de unos arbustos un hombre con un tronco clavado en su brazo, no tenia muy buena pinta asi que cuando este cayó al suelo inconsciente dijo:

-¡Krom, no, quieto! Es una herida demasiado grave, no podemos transportarlo así, primero devemos taparle esa herida sin sacar el tronco

Carlos saco de su mochila es instrumental necesario y procedió a montarle una especia de torniquete para que dejase de sangrar y que no moviese el brazo porque le había roto el Húmero, mientras hacia esto dijo:

- Este tronco le ha roto el Húmero en dos partes, perforando la paletadorsal derecha, algunas costillas la vena y la arteria axial y la arteria braquial, causandole una hemorragia interna que debemos parar. Primero tenemos que inmobilizarlo, y después presionar en la herida mediante un pañuelo atado fuertemente a la parte alta del brazo, casi en el hombro, para que no pase mucha sangre, pero sí la suficiente como para que no se cangrene el miembro. Después recrubimos el pecho con vendas impregnadas en sal para que cicatrice... ¡Krom rápido consigueme dos troncos de dos metros cada uno, con un diametro de cuarenta centimetros, o al menos que sean resistentes! Vamos a improvisar una camilla de emergencia para transportarlo de forma segura, el pueblo no esta muy lejos pero tenemos que actuar rápido y con cautela. No te preocupes chico, te salvarás...

Dijo al inconsciente para, por si le oía, darle esperanzas mientras terminaba el torniquete y sacaba una manta y cuerdas para, cuando llegara Krom, montar la camilla...

Un suspiro escapo de su hocico, asintió con su pesada cabeza y empezó su transformación. Cuando esta hubo terminado, palpo su mano derecha notando el dolor punzante de aquella supuesta púa. Miro hacia ningún sitio y en un misero intento de hablar solo escupió aire. No tenia palabras, siempre llevaba su túnica puesta, aun en su forma lobuna. Busco con desgana la empuñadura de su espada para en caso de posibles movimientos peligrosos poder cortar un brazo sin apenas percatarse, no veía a sus victimas, lo que hacia tener menor compasión aun por ellas.

Soy Vagrant, encantado.

Lo que le enseñaron en el orfanato era de mirar a las personas a los ojos cuando hablaba con ellas, sin embargo, aquello resultaría inútil. Bajo su capucha y dejo que la brisa de aquel lugar moviera su blanquecino pelo y diera lugar a que los demás observaran su profunda y sin vida mirada. Olía a sangre, de otro ser como el sin duda; no podía ver que pasaba pero por los gritos desahogados y los comentarios de los otros un tronco había atravesado su brazo.

Perdonen las molestia, pero quizá podría ayudar; ya que por lo que huelo sois lo que se podría decir...''hermanos'', tendría el deber de ayudaros. No soy fuerte, pero soy rápido y ágil, quizá os sirva de ayuda y...si os caigo en gracia, unirme a vuestra manada.

Perfecto, si conseguía su confianza estaría fuera de peligro.

[Como estoy inconsciente, no repararé a hacer un post largo inútil.]

El joven muchacho más que magullado, escupía a borbotones sangre por la boca. Esta resbalaba por su joven mentón como un hilillo y desembocaba en la comisura de su túnica. A pesar de haber caído en un profundísimo sueño del cual creía y cree no despertar, mantenía el pulso de la vida. A ratos y sobre todo cuando es tocado, frunce de manera inevitable las cejas y encoge los labios maullando como un lobo indefenso y herido. En espera de lo que pueda ocurrir...

Krom sabía que Carlos era un miembro del sendero de Sköll pero su deber, al ser el mayor, era poner constantemente a prueba a los suyos para que mejoraran y demostraran su aptitudes, para conocerlos pues en el fondo él no sabía practicamente nada de los suyos y debía saber de sus puntos fuertes y flacos.

-Mi intención, Carlos, no es ir Vorkutá sino a las minas que hay en los Urales- dijo con tranquilidad aunque en su interior nada estaba calmado- todavía somos muy jóvenes para establecer un dominio sobre una ciudad.

Dirigiendo su mirada hacia el nuevo lobo blanco observó que este era ciego y aunque en principio ello solo podía suponer una carga para el grupo meditó rapidamente y llegó a la conclusión de que si realmente era bueno siguiendo olores y rastros en general quizás pudiera servirles de algo por lo que aceptó su propuesta diciendo:

-Mi nombre es Krom, soy el Guardian del Sendero de Selene, y miembro de, hasta el momento, la única manada de esta zona de Rusia. Puedes unirte con nosotros, por ahora, ya veremos en el futuro si ingresas o no en la manada.

Dicho esto, pues permitia que Vangrant los siguiera pero tampoco aceptaba que un desconocido se uniera a su manada, dirigio su mirada hacia Carlos y recordó la ausencia de Scandar.

No tenía muchas nociones de medicina, es más no era nada parecido remotamente a un enfermero o un médico, pero sabía una cosa: la regeneración de los licántropos permitía sanar casi cualquier herida con tiempo y dedicación. Por lo que los medios humanos resultaban practicamente inútiles con un licántropo... ¿De que servía limpiar, parar una hemorragia, cubrir y demás una herida cuando en unas horas esta estaría sanada? Podían invertir su tiempo en curar con el método humano aquella herida pero realmente en unas horas esta desaparecería con o sin cuidados aunque en la forma de hombre lobo esta hubiera sanado en unos segundos.

-Carlos, agradezco tu ayuda para curar a este hombre pero sus heridas sanarán en unas horas, recuerda la regeneración de los licántropos... En forma de hombre lobo nuestras heridas sanan en unos segundos pero en las restantes tardan horas, esta herida tardará horas en sanar pero sanará. Será mejor que busques a Scandar con Vangrant y nos encontremos en las Minas Abandonadas de los Urales. Somos demasiados y podemos llamar la atención si nos movemos juntos y eso puede ser un problema...

Tomando entre sus brazos a aquel hombre inconsciente les hizo una seña con su testa a los presentes diciendo:

-Marchad pues en busca de Scandar, nos veremos en las Minas Abandonadas.

Dicho esto comenzó a correr por la estepa, sin mirar hacia atras, y sin parar hasta que se perdio ante la vista de los presentes. Las minas no estaban muy lejos de donde se encontraba y en el interior de su gabardina llevaba todo lo necesario para sanar a su compañero de raza, tan solo debía correr para llegar a un lugar seguro y poder arrancarle ese tronco y dejar, con una pequeña ayuda, que la herida sanara.

Corría con todas sus fuerzas, sentía un profundo dolor por el esfuerzo que le exigía a su cuerpo, y notaba que sus rodillas ardían por la carrera que realizaba pero sus sentidos, aunque no estaban muy agudizados, se encontraban alerta por si en cualquier momento aparecía alguna amenaza.

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